La contemplación siempre ha sido algo innato en mí. He sido alguien de mucho silencio y poca acción, la palabra necesaria y la acción necesaria en una sociedad donde la acción siempre es premiada. En una mente colectiva que siempre busca él hacer, el distraer, el actuar, para llegar al éxito.
El crecer en esta sociedad me hecho vivir una dualidad, porque juzgo mi falta de acción pero al mismo tiempo soy consciente de que en ese espacio de “no hacer” surge la creatividad para él hacer. Hay dos tipos de acción, las que están impulsadas por lo que los demás hacen, por lo que los demás piensan que “debemos” estar haciendo o por lo que nuestra mente piensa qué debemos hacer y las que surgen desde un lugar de sabiduría, de creatividad. Soy consciente que en medio de la contemplación, del “no hacer” mi ser me guía, mis pensamientos desde el amor me orientan y en muchas ocasiones las aplazo y me descentro en la pereza. También soy consciente que me juzgo en algunos momentos de contemplación por no estar haciendo “más”.
Mi intención es encontrar ese balance, continuar en mi estado natural de contemplación y de ahí llegar a la acción sabia y consciente.
Como sociedad deberíamos observar la belleza del ser y no premiar siempre “el hacer”, por eso vivimos ocupados, de prisa y sin tiempo para lo realmente importante, vivir.
De pronto pensamos que si este fuera el ultimo día de nuestras vidas tendríamos que estar haciendo muchas cosas, para haberla disfrutado, para haber vivido, pero si este fuera el ultimo día de mi vida, respiro y en medio del “no hacer” siento PAZ.
No hay nada que pueda estar haciendo que me dé esa paz, y esa paz no se consigue haciendo por impulso, por éxtasis o por ratos de emoción positiva, esa paz se cultiva en medio de la contemplación, del silencio, de la soledad, del no hacer.
Deseo que cada vez que pienses que harías si este fuera tu ultimo día de tu vida, que respires y sientas PAZ.
